Cambiando animal por persona, podemos aplicarnos el cuento.Lo intuía así el escritor británico durante la época en la que Stalin gobernaba el país de los Soviets con mano de hierro.Pero aun hoy, y en lugares tan democráticos como la Unión Europea, este axioma esta ,desgraciadamente, muy vigente.
Los cerdos megalómanos se alzan impunes ante la opinión pública para negar las evidencias de sus corruptelas y desmanes.Los burros a su sombra rebuznan las mentiras que han de sonar a verdad, envalentonados por la cercanía al poder.Y el resto de los animales, se trasmutan en borregos,para decir a todo que si sin plantear dudas.
En breve nos dirigiremos a los colegios electorales a contribuir a la farsa, algunos votaremos con los dedos en pinza sobre nuestra nariz, otros votarán con la convicción de quien viste unos colores heredados de sus padres, filiaciones dificilmente entendibles en una sociedad tan diluida en lo relativo a las creencias.
Otros tambien preferirán asomarse a la ventana de su casa para ver como llueve, mientras saborean una taza de café recién hecho.
Efectivamente, me imagino a Monsieur Hulot, fumando su pipa y asomado al mundo, sin prestar mucha atención a lo que supone votar o no,que salga un presidente u otro, que la prima de riesgo suba o no,que los mercados nos atemorizen o nos castiguen,....
Este señor no quiere saber nada de eso.No le importa, prefiere vivir en la inopia.Prefiere mantener sus sentidos en esa hiedra que está creciendo mas de lo consentible,en la rica ensalada que va a saborear en la comida,en lo mucho que han bajado las temperaturas,en ese libro que tiene ganas de terminar.Quiere montarse en bici y dar un paseo.
¿Se puede vivir así?¿Podemos mantenernos al margen?Desde luego esto garantiza la felicidad, la evasión de la tensión y la rebaja del malhumor.¿Es ese el camino hacia la felicidad?.
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